Intersecciones entre policial negro y ciencia ficción
Blade Runner, The Final Cut
Título original: Blade Runner(1982), Blade Runner The Final Cut (1997)
Director: Ridley Scott
Guión: Sobre libro original de Philip Dick ("Do Androids Dream of Electric Sheep?"), adaptación de Hampton Fancher y David Peoples.
Cast: Harrison Ford, Sean Young, Rutger Hauer, Darryl Hannah.
El género de ciencia ficción encierra películas en las que el entorno posee una lógica diferente a la real y en las que esta diferencia es explicada a través de la tecnología, que modifica los instrumentos con los que el hombre se comunica y con los que opera sobre su realidad. Esta explicación es lo que diferencia el género ciencia-ficción del género maravilloso o del fantástico (sin entrar en la diferenciación entre estos últimos). En Alicia en el País de las Maravillas, no existe el cuestionamiento sobre cómo es posible que sucedan las cosas que suceden, es lo de menos. Sin embargo, en los relatos de ciencia ficción, tácitamente uno sabe que el mundo es como es por culpa de la ciencia, y el único momento posible para que ello suceda -dada la indisponibilidad actual de tales conocimientos- es el futuro. En consecuencia, las películas de ciencia ficción dibujan un género que -como el western o el bélico- se afirma en primera instancia por su escenario: espacial en éstas, témporo-espacial en aquéllas.
Podríamos decir que hasta Blade Runner el cine había pintado el futuro de forma iluminista, es decir, creyendo en el poder ilimitado y positivo de la ciencia. No había trampas que hicieran volver atrás. Los progresos en los medios de transporte eran hacia otras galaxias, los trajes de las personas eran plateados y sin botones, los espacios interiores eran lustrosos, limpios y despojadísimos. Las diferencias entre los sexos habían casi desaparecido y hombres y mujeres comandaban naves por igual.
Blade Runner no inaugura pero es una de las primeras de una serie de películas donde la mirada sobre el futuro pasa a ser penosa. Y como consecuencia no sólo vemos la guerra intergaláctica sino la pobreza, la mugre, la marginación, la soledad. El mundo que pintan BR y luego Brazil, Escape from NY , Escape from L.A. , Inteligencia Artificial, y recientemente una multitud tal de films que han dado origen a una subcategoría: la del género post-apocalíptico, está lejos de ser un mundo perfecto. Es el retrofuturismo: la visión del futuro que nos llega está cargada con despojos del pasado, con papeles de diario y cartones flotando en calles oscuras y vacías, llueve casi siempre, sobrevive la basura. Wall-E, esa maravilla animada, es un ejemplo de cruce entre cine post apocalíptico y de animación. La ciencia no adelantó en forma pareja en todos los ámbitos, sino que tuvo avances y retrocesos, y lo que vemos es un mundo curioso, con una lógica impensable en la época de Viaje a las Estrellas. Esta visión del progreso no lineal se aparece tanto en lo formal cuanto en lo filosófico. En la forma, el del policial negro. En lo filosófico, muchos temas se desgajarán de aquí y muchas de las películas más arriba enumeradas recogerán la soledad, el paso del tiempo, los límites de lo humano, la relación con Dios, tocados desde la ciencia ficción, hasta llegar a Avatar, ese monumento al género que estamos enmarcando.
Sin embargo, además de ser una película de ciencia ficción retrofuturista, Blade Runner es un film noir. Intersecta magistralmente dos géneros y lo hace -no por el simple artificio de unir la forma de uno y la materia de otro- sino mezclando ambos en forma y contenido y dándole un carácter único por su resultado. Si BR es un film de ciencia ficción por lo que queda dicho, también reúne muchas de las características que hace al cine negro. Veamos.
En primer lugar, el crimen: Harrison Ford es un blade runner , un cazador de replicantes (robots que exteriormente no se diferencian de los humanos) retirado, al que ubican para que investigue el paradero de cuatro replicantes que han llegado de incógnito a la Tierra. Desde que lo encuentran para ese trabajo, al igual que los héroes de los policiales negros, sabe que no puede rehusarse y al mismo tiempo sabe que será difícil salir indemne. Es que Harrison Ford-investigador sabe que pondrá su astucia y su experiencia en la operación de búsqueda, pero también intuye que pondrá el cuerpo, y si al principio contará con la estructura de la Policía como apoyo, fatalmente se jugará solo por el objeto de su pasión y al final descubrirá el secreto que sólo él desconocía.
Como en los mejores policiales, nada es lo que parece. Ni las serpientes falsas que parecen verdaderas, ni los replicantes que parecen hombres. Ni el mismo blade runner, que en la versión revisada, ignora que es también, un replicante. La emoción lo hace caer : Como en Out of the Past, Harrison Ford se enamora del objeto de su búsqueda (Sean Young) y -aunque ella no tiene la maldad de otras femmes fatal del universo noir- será quien lo lleve a la perdición aún sin proponérselo. El traspié es irreversible. El héroe no tendrá una segunda oportunidad. La tragedia acecha.
En la versión originalmente estrenada, la de 1982, la voz de Harrison Ford narraba en off, agregándole otro condimento que suele estar presente en el cine negro. En la versión del director, estrenada en 1997, esta voz desaparece.
La ciudad del futuro, Los Angeles, donde se desarrolla la acción, es también como en los policiales clásicos, un lugar claustrofóbico, por momentos desolado, por momentos lleno de gente, pero donde los demás no se inmiscuyen. No existe asomo de solidaridad entre los personajes humanos (sí entre los replicantes), el débil no tiene lugar, el desamparo es moneda corriente. La corrupción está presente en todos lados. La acción ocurre de noche, las luces de neón y los claroscuros típicos del noir, aquí se redibujan como caracteres orientales, acentuando la sensación de desamparo e incomprensión.
Si el estilo visual, la iluminación, el escenario urbano, la filosofía, los personajes, aluden a los códigos del policial negro, la estructura narrativa es aparentemente sencilla. No hay flashbacks, ni cajas chinas, aunque lo diferente en Blade Runner es que sólo al final (en que el secreto de la propia identidad de replicante de HF se revela) nos enteramos que había un secreto. HF se ve envuelto en la búsqueda de los replicantes sin quererlo y sin que pueda escapar. Mientras en Double Indemnity, la sorpresa final es que la voz en off del narrador es la de un muerto, en BR es como si lo fuera, aunque la observación final relativice la sorpresa y nos inunde de una angustia existencial, no por HF sino por nosotros mismos, porque nos recuerda que también somos replicantes.
Blade Runner es doblemente fatalista y pesimista. En primer lugar, por su retrofuturismo: nos está diciendo que el futuro no será un tiempo mejor ni nos ofrecerá un mundo más amigable o confortable. Pero también por la elección del noir como clave para contar la búsqueda, el crimen y la resolución del misterio. Por esta elección –tomado aquél como género más que como estilo- esperamos precisamente un desenlace trágico, en que la revelación del misterio se empareje con la pérdida por parte del héroe de su vida, de su ilusión o de su libertad. En el caso de Blade Runner la opción es aún más oscura: No hacía falta toparse con la maravillosa frase "No sobrevivirá... pero ¿quién lo hace?" (agregada en la versión de 1997) para que supiéramos que en realidad el problema del que habla la película es la finitud. Los replicantes tienen un tiempo más limitado que los humanos, pero los humanos también son finitos. En Vitaminas para el Amor, Cary Grant dice que la edad del mono del experimento equivale a 84 años en el hombre. Y aquí ... ¿cómo saber a cuantos años equivale una vida de un hombre? La rebelión contra la finitud es la rebelión última, la única rebelión imposible, aquella contra la que se estrellan las preguntas fundamentales: por qué hay algo en vez de nada, por qué el mundo no es perfecto… y qué sería en última instancia la perfección?
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