Intersecciones entre cine y feminismo
Título original: Legally Blonde
EE.UU., 2001
Dirección: Robert Luketic
Guión: Karen McCullah Lutz y Kirsten Smith sobre libro original de Amanda Brown.
Cast: Reese Witherspoon, Luke Wilson, Selma Blair y Matthew Davis.
Nota: Esta entrada es continuación de las dos anteriores ( “De que hablamos cuando hablamos de comedias románticas” y “Un paréntesis sobre feminismo y cine”)
En el esquema teórico "diferencialista" de los estudios feministas, podría inscribirse una de las lecturas posibles de "Legalmente rubia", viendo -a través de Elle y su éxito en el mundo conservador y masculino de la Escuela de Leyes de Harvard- cómo sería un mundo perfecto de convivencia entre los sexos.
Sin embargo, no debería escapar a nuestro análisis que este esquema diferencialista aparentemente armónico, esconde algunas trampas. Para empezar, algunas mentes retrógradas como la que encarna caricaturescamente Callahan pueden pensar que Elle es una "rubia tonta", sujeta a los valores de sujeción femenina y no su re-visión enriquecida. No olvidemos que en la cuestión de los sexos, el mundo no avanzó en el sentido social y cultural lo que lo hizo en el jurídico y político. Esas son las asignaturas pendientes. Y no dar por hecho -como hacen muchas mentes misóginas- que la liberación femenina es cosa del pasado puesto que ya logró sus objetivos. Creer ello puede llevar a pensar que la guerra ha terminado... con el triunfo del “bando” femenino. Esta interpretación es lo que risueñamente expresan aquellos hombres pseudosuperados, cuando dicen "en mi casa la que lleva los pantalones es mi mujer"... Con ello en el primer nivel de interpretación están diciendo que la guerra ha concluido y que ellos sumisamente han aceptado perder. Pero en el segundo nivel lo que afirman es precisamente lo contrario. Implícitamente dicen (1) que las mujeres no pueden acceder al ámbito público, o sí pero parcial o ligeramente, (2) que el ámbito privado sigue siendo femenino y no les interesa compartirlo y (3) que el ámbito público tiene más valor que el privado.
La otra trampa estriba en que si bien las mujeres pueden acceder -aunque con limitaciones- al éxito profesional, al no renegar de los otros valores domésticos pero sin compartirlos con los hombres (éste quizás sea el punto fundamental del asunto) sólo se han recargado de tareas. La doble jornada que denunciaban las ideólogas feministas (trabajo y hogar, o trabajo remunerado afuera y trabajo no remunerado adentro), se ha transformado en una triple jornada, porque -liberada de los esquemas andróginos- la sociedad redobló la exigencia sobre las mujeres y su aspecto, y agregó el gimnasio, la nutricionista, la peluquería, el shopping, etc. Este es el punto de vista que defienden Naomi Wolf o Susan Faludi, en “El mito de la belleza” y “Reacción”, libros que ya han sido best sellers . Desde este esquema, "Legalmente rubia" nos lleva a pensar que Elle es víctima de esta trampa. Trabaja, estudia y es bella, pero su belleza no es una belleza al natural, sino una que requiere invertir tiempo y dinero. Una toma nos la muestra estudiando en la peluquería, en un símbolo de cómo compartimentar el tiempo entre actividades que para los hombres ni existen.
Una segunda lectura nos podría hacer pensar, por el contrario, que la inteligencia que demuestra Elle no le servirá más que para cambiar la cocina de sus padres por una propia, y que ella pertenece al segmento de mujeres que van a la universidad a buscar marido. El hecho de que sea Harvard no le agrega sino fuerza al argumento. Ella es el "otro" (un tema que también ha sido motivo de análisis en otra entrada del blog) en ese mundo competitivo y masculino, con su cooperación, su sensibilidad y su femineidad. La película no quiere definir si ella es conciente de esta "otredad" que encarna y si es gracias a su inteligencia y a su seguridad en sí misma, que saca partido de ella, y logra sus objetivos, o si por el contrario, se trata de efectivamente de una Marilyn en la que su sexualidad a flor de piel y su aparente inteligencia operan sólo por casualidad, quedando ésta desperdiciada en temas aparentemente vanos como la moda, el shopping o el adorno personal.
Legalmente rubia y la tradición hollywoodense
Son muchas las cuestiones y los guiños que emparentan a LR con las comedias clásicas de Hollywood. Para empezar, la película se abre con una cabellera rubia que se agita. Las rubias y Hollywood. Todo un tema. En las comedias, las rubias suelen ser tontas y Marilyn Monroe encarna este personaje a la perfección. Para hacerlo más explícito -y por si hiciera falta- Warner , cuando rompe con Elle, le dice "si voy a ser senador, necesito una Jackie, y vos sos una Marilyn..." Todo en ella alude al personaje encarnado por MM. (En cambio en los dramas las rubias son malas. Dos cualidades negativas unidas a un mismo tono de pelo y a dos tonos de narración). La presentación de la película remite a este cliché. Los planos detalle de la tintura, del maquillaje y la pintura de uñas sobre el tocador, la pila de revistas Cosmopolitan, las sandalias con piedritas bordadas en forma de corazón rosa... los planos generales del gimnasio, de las porristas, las chicas emitiendo grititos agudos, todo funciona por acumulación superponiendo en el imaginario del espectador la idea de rubia californiana tonta con los símbolos más populares de la femineidad frívola americana. La cámara llega finalmente a Elle, que es la reina de su promoción y para entonces intuimos que ella será el epítome de todo lo que la cámara ha mostrado. Hasta su nombre remite a Eva (y a una popular revista femenina, competidora de Cosmopolitan). Incluso cuando llega a Harvard la vemos meneándose de la misma manera que lo hace Monroe en el andén de la estación en Una Eva y dos Adanes. Sin embargo, pronto la película nos da señales en otro sentido.
Su entorno espera que sea rubia tonta y consiga marido. Ella quiere conseguir marido pero no es rubia ni tonta. Esto queda claro desde el principio, cuando vemos el frasco de tintura (ergo, no es rubia) y luego cuando en la tienda donde se prueba un vestido, la vendedora no logra engañarla (ergo, no es tonta). Lo que puede inducir a error es nuestro propio filtro. Todos tenemos nuestros propios prejuicios y muchos seguimos pensando bajo el sesgo "universalista". Para las universalistas, incluyendo a Simone de Beauvoir, toda preocupación por lo doméstico -sea la casa, el adorno o la decoración- es de una futilidad total. Lo que verdaderamente permite proyectarse está fuera, y es el mundo del trabajo. Y esperamos que la inteligencia opere para afuera, y no sea necesaria aplicarla para adentro. Sin embargo, Elle la usa como instrumento para conseguir no el éxito en su carrera profesional (esto le vendrá como consecuencia secundaria) sino para conseguir su objetivo principal: a Warren. En las comedias clásicas también las heroínas buscan marido y lo hacen haciendo uso de su astucia: Recordemos La Historia de Palm Beach o la misma MM en Cómo cazar un millonario. El cerebro al servicio del amor parecería subirnos a la visión feminista "diferenciadora": las protagonistas pueden permitirse ciertos tics ultrafemeninos así como la búsqueda de la felicidad doméstica sin estar obsesionadas por el éxito profesional.
Otras comedias clásicas nos remiten en cambio a la visión "universalista" de dilución de las diferencias sexuales: En Ayuno de Amor la heroína no puede ni quiere abandonar su trabajo por su nueva vida de casada, y todo su empuje e inteligencia se ponen al servicio de ello, mientras que el marido (y el amor) es lo que le llega -a la inversa de los casos anteriores- por añadidura. Lo mismo ocurre, por ejemplo, en Secretaria Ejecutiva, aquella ya clásica película de los años ochenta. Digamos que en un caso el objetivo primordial es encontrar marido y el cerebro y la perseverancia conllevan el reconocimiento del contexto sólo como un premio no buscado, mientras que en los otros casos es exactamente al revés. Diferenciadora una, universalista la otra, ambas posiciones son feministas.
Otras son las películas en que la heroína por alguna razón se sale del cauce socialmente esperado para el rol tradicional de la mujer , busca la actividad en la esfera pública, o es infiel en la esfera privada, para finalmente "redimirse" a través de la maternidad, único perdón posible para la mujer "pecadora". Esto ocurre irónicamente en El Milagro de Morgan Creek
Legalmente rubia y otras películas más o menos contemporáneas
Hay otras que también tratan sobre los valores socialmente esperados en la mujer y qué sucede cuando alguno de estos falta o sobra. Bridget Jones (El Diario de Bridget Jones) o Muriel (El Casamiento de Muriel) o la Dra. Abby (La verdad sobre perros y gatos) son seres queribles precisamente por ser físicamente menos privilegiadas que Alicia Silverstone o Cameron Díaz. Ellas comparten el hecho de tener otros valores (sensibilidad, bondad, intelecto, cultura), pero no belleza. Son grandes neuróticas. Por otro lado , belleza y dinero es lo que sí comparten Cher de Clueless (aquí bautizada “Ni idea” con la Elle de Legalmente Rubia, y a primera vista podría parecer que ninguna de ellas brilla por su inteligencia en los ámbitos en los que se supone deben hacerlo (los académicos). Más bien por el contrario, ambas hacen un papel bastante pobre cuando los profesores requieren su participación y ambas salen del paso gracias a un gran sentido común. Una mirada más atenta podría refutar ésto. En verdad, el problema de Cher y Elle es que lo tienen todo. Ambas son cooperativas con otras personas de su mismo sexo menos adiestradas en las artes de la seducción que ellas tan bien manejan (la cofradía femenina coopera en la perduración de la especie). En cambio, las rivales, como la novia Vanderbilt de Warren - son del tipo competitivo no cooperativo y están enroladas en la búsqueda del éxito según los parámetros masculinos. Podrían ser atractivas pero todo intento de afloración de la sexualidad sería mal visto tanto por sus colegas masculinos -que las disminuirían o las acosarían- como por sus colegas femeninas, que las despreciarían.
Aparecen en LB muchos otros temas caros a la problemática feminista: el paso del tiempo, la manipulación de las mujeres por parte de las revistas femeninas, las falsas promesas de juventud eterna, el acoso sexual en el trabajo, la imposibilidad de tolerar la convivencia de más de un valor en una mujer (belleza, talento, juventud, riqueza).
Elle y Cher, a diferencia de Muriel, de Bridget Jones o de la Dra. Abby, no son nada neuróticas. Son hermosas, son "cool", son populares, están preocupadas por las necesidades de otros –y también por su mirada-, ayudan a mejorar la vida de sus semejantes, son ricas y jóvenes y no aspiran a rebelarse contra lo que su medio espera de ellas. Los padres de Elle no entienden por qué quiere ir a Harvard si puede ser modelo, pero si supieran cuál es el verdadero propósito, se quedarían más tranquilos. A ninguna de ellas se les pide que sobresalgan en lo académico o en lo profesional. Tampoco ellas lo buscan. Inteligencia no les falta, direccionada hacia el ámbito privado -el del adorno o lo doméstico- más que al ámbito público, son capaces no obstante de lograr todo aquello que se propongan y salirse siempre con la suya. Que no es otra que conseguir un marido, pero a esta altura, es lo de menos.
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