Intersecciones entre Tim Burton y Lewis Carroll
"No quiero caminar entre locos", dijo Alicia. "
"Oh, no puedes hacer nada", le respondió el gato, "todos estamos locos aquí".
Título original: Alice in Wonderland
EEUU, 2010
Director: Tim Burton
Libro original: Lewis Carroll.
Guión: Linda Woolverton
Cast: Johnny Depp, Mia Wasikowska, Helena Bonham Carter, Anne Hathaway.
Repasemos las películas de Tim Burton: Beetlejuice, Batman y Batman returns, El Joven Manos de Tijera, El Extraño Mundo de Jack, Ed Wood, Mars attacks, La Leyenda del Jinete sin Cabeza, El Planeta de los Simios, El Gran Pez, El Cadáver de la Novia, Charlie y la Fábrica de Chocolate, Sweeney Todd y Alicia en el País de las Maravillas.
Mirando sólo sus títulos, no parece que tengan mucho en común, pero basta verlas una vez a cada una de ellas para reconocer por detrás la mano del mismo creador. Tim Burton es uno de los pocos cineastas vivos capaz de crear universos, no sólo personajes moviéndose en escenografías. Sus películas no son para niños, en general, pero lo parecen. Su cine es para adultos, pero para adultos con un niño adentro bien fresquito. Para aquellos que siendo chicos fueron introvertidos, creativos, fantasiosos y con un gran mundo interior, y que de grandes, aún lo tienen a mano. Es un cine maravilloso, en el término que “lo maravilloso” tiene en literatura: Las reglas son enteramente otras, diferentes a las de nuestro mundo de todos los días. Y esto, que en el cine infantil es moneda corriente, en el cine adulto se pierde. Cuando se recupera, magistralmente como lo hace Burton, el placer es doble: Por reencontrarse con la infancia y por entrar con renovado asombro en nuevas y atractivas lógicas.
Puede narrar pesadillas en colores pastel, como en El Joven Manos de Tijera, o cuentos de hadas con calaveras y colores oscuros, como El Extraño Mundo de Jack o El Cadáver de la Novia. El contexto, el paisaje, suele ser tan protagonista como sus criaturas mismas, las cuales, a menudo encarnan la misma soledad melancólica que el director confiesa haber sentido en sus años jóvenes. Ese ir a contramano del mundo, un no saber muy bien para qué se está, cuando todos alrededor parecen saberlo y dirigirse presurosos hacia algún lado. Sus héroes son románticos en todo el sentido de la palabra. Encarnan emoción, sufrimiento en solitario. Son seres un poco atormentados y un poco desorientados. Saben que hay algo más que le dé sentido a sus existencias, pero antes de encontrarlo, pueden deambular perdidos y asustados. Y hay algo más. Sus criaturas tienen miedo de hacer mal a otros. Andan por el mundo arrastrando este pecado original a menudo sin haberlo querido, y a veces, sin siquiera saberlo. Los demás seres normales se asustan de ellos, de su apariencia, de su poder, o de alguna otra característica, que es la que precisamente los hace diferentes. Esa diferencia a menudo monstruosa que los separa del resto es también la marca de su soledad. Pero Burton los retrata con amor, con empatía. Son monstruos queribles, freaks amorosos.
Sin embargo, Alicia no es una freak en un mundo de seres normales. Es al revés, una persona normal en un mundo de freaks. Y en ello, precisamente en su normal humanidad, reside su anormalidad. Por eso cree que es un sueño. Cuando emprende su viaje, persiguiendo al conejo blanco, lo hace escapando de lo que intuye será para ella un casamiento y una vida mediocre, pero no sabe lo que busca. Su viaje es un viaje de crecimiento, y de autoconocimiento. Tiene casi todos los ingredientes del viaje del héroe, de que nos habla Joseph Campbell.
Puede narrar pesadillas en colores pastel, como en El Joven Manos de Tijera, o cuentos de hadas con calaveras y colores oscuros, como El Extraño Mundo de Jack o El Cadáver de la Novia. El contexto, el paisaje, suele ser tan protagonista como sus criaturas mismas, las cuales, a menudo encarnan la misma soledad melancólica que el director confiesa haber sentido en sus años jóvenes. Ese ir a contramano del mundo, un no saber muy bien para qué se está, cuando todos alrededor parecen saberlo y dirigirse presurosos hacia algún lado. Sus héroes son románticos en todo el sentido de la palabra. Encarnan emoción, sufrimiento en solitario. Son seres un poco atormentados y un poco desorientados. Saben que hay algo más que le dé sentido a sus existencias, pero antes de encontrarlo, pueden deambular perdidos y asustados. Y hay algo más. Sus criaturas tienen miedo de hacer mal a otros. Andan por el mundo arrastrando este pecado original a menudo sin haberlo querido, y a veces, sin siquiera saberlo. Los demás seres normales se asustan de ellos, de su apariencia, de su poder, o de alguna otra característica, que es la que precisamente los hace diferentes. Esa diferencia a menudo monstruosa que los separa del resto es también la marca de su soledad. Pero Burton los retrata con amor, con empatía. Son monstruos queribles, freaks amorosos.
Sin embargo, Alicia no es una freak en un mundo de seres normales. Es al revés, una persona normal en un mundo de freaks. Y en ello, precisamente en su normal humanidad, reside su anormalidad. Por eso cree que es un sueño. Cuando emprende su viaje, persiguiendo al conejo blanco, lo hace escapando de lo que intuye será para ella un casamiento y una vida mediocre, pero no sabe lo que busca. Su viaje es un viaje de crecimiento, y de autoconocimiento. Tiene casi todos los ingredientes del viaje del héroe, de que nos habla Joseph Campbell.
Lo que tiene de particular la Alicia de Burton –y que la lleva lejos de la Alicia original de Lewis Carroll-, es que es una Alicia adolescente, que vuelve a un mundo en el que ya estuvo alguna vez, y en el que todos parecen recordarla, pero del que ella misma no recuerda nada. Al igual que los adolescentes, a veces demasiado pequeña, a veces demasiado grande, su monstruosidad tiene que ver con su tamaño, que ella misma parece no controlar. Es cuando ella decide que nadie más le dirá quien debe ser o qué debe hacer, y que ése es su sueño y ella lo comanda, que logra por fin vencer a la Reina Roja y salvar a sus amigos. Es el momento en que recupera su tamaño normal.
Alice in Wonderland se trata de una historia donde las cabezas tienen protagonismo. Hay una reina roja de corazones con cabeza gigante, con mucha ira y un poder sobre los otros, basado en el miedo y en su frase “perderás la cabeza”… Hay un sombrerero que no está tan loco como parece, pero sí le teme a la locura (“tengo miedo, Alicia –le dice- ya no quiero entrar aquí. Tengo demasiadas ideas. Habré perdido la cabeza?”). Hay un monstruo, el Jabberwocky, que custodia el poder de la Reina Roja, la reina de la vida, de lo sanguíneo. La Reina Roja, vive enojada y amenazando a todos con cortarles la cabeza. Intuimos que su ira tiene que ver con tanto protagonismo de la cabeza, y con los celos hacia su hermana menor, la Reina Blanca, quien reina en un lugar tan blanco y tan frío como la misma muerte. La Reina Blanca es la reina del Hades, del submundo. Ella se maneja con cosas muertas (“Mi hermana prefirió estudiar dominio de seres vivientes” dice mientras pone dedos de un cadáver en un brebaje) y su bondad gélida nos impone un poco de distancia. No sé si me gustaría quedarme en su palacio.
El final tiene un tinte algo New Age. Hay una oruga que no se muere, se transforma en mariposa. La Reina Blanca le dice a Alicia en el momento en que ella debe decidir si luchar como su caballero o no: “No puedes vivir complaciendo a otros. La decisión es tuya porque cuando enfrentes por fin a aquella criatura, habrás de enfrentarla sola”
Y Alicia decide luchar. Se calza la armadura, y le dice al sombrerero:
- "Esto es imposible.
- Sólo si tú lo crees
- A veces puedo pensar hasta seis imposibilidades antes de empezar el día… "
Y las recita:
- "Uno, hay una poción que puede encogerte. Dos, hay un pastel que te hace crecer. Tres, los animales hablan. Cuatro, los gatos desaparecen. Cinco, hay un País de las Maravillas. Seis, yo destruiré al Jabberwocky. "
El final del viaje, el regreso a la ceremonia nupcial de donde se escapó para ir tras la llamada del conejo, está a la altura de lo que esperamos de esta Alicia siglo XXI, lista para elegir lo que realmente quiere, y lejos de los cuentos de hadas. Su nuevo poder está en la confianza en sí misma para enfrentarse con las convenciones sociales y salir triunfante.
Helena Bonham Carter como la Reina Roja es lo mejor del cast. Anne Hathaway en la piel de la helada Reina Blanca de negros labios y negras uñas nos impone distancia, nada parecido a los papeles habituales en ella, de encantadoras princesas y jóvenes promesas. Johnny Depp como el Sombrerero encarna con encanto la sutil locura de este personaje. Y Mia Wasikowska (la Sophie de la serie "In Treatment"), Alice, nos lleva de la mano por su asombroso sueño-viaje con emoción y belleza. Un capítulo aparte merecen las imágenes a lo largo de toda la película. Cada cuadro es un regalo para la vista, y sólo por mirarla, vale la pena esta Alicia, que además, nos lleva de vuelta a visitar nuestra propia adolescencia con ojos maravillados.
Alice in Wonderland se trata de una historia donde las cabezas tienen protagonismo. Hay una reina roja de corazones con cabeza gigante, con mucha ira y un poder sobre los otros, basado en el miedo y en su frase “perderás la cabeza”… Hay un sombrerero que no está tan loco como parece, pero sí le teme a la locura (“tengo miedo, Alicia –le dice- ya no quiero entrar aquí. Tengo demasiadas ideas. Habré perdido la cabeza?”). Hay un monstruo, el Jabberwocky, que custodia el poder de la Reina Roja, la reina de la vida, de lo sanguíneo. La Reina Roja, vive enojada y amenazando a todos con cortarles la cabeza. Intuimos que su ira tiene que ver con tanto protagonismo de la cabeza, y con los celos hacia su hermana menor, la Reina Blanca, quien reina en un lugar tan blanco y tan frío como la misma muerte. La Reina Blanca es la reina del Hades, del submundo. Ella se maneja con cosas muertas (“Mi hermana prefirió estudiar dominio de seres vivientes” dice mientras pone dedos de un cadáver en un brebaje) y su bondad gélida nos impone un poco de distancia. No sé si me gustaría quedarme en su palacio.
El final tiene un tinte algo New Age. Hay una oruga que no se muere, se transforma en mariposa. La Reina Blanca le dice a Alicia en el momento en que ella debe decidir si luchar como su caballero o no: “No puedes vivir complaciendo a otros. La decisión es tuya porque cuando enfrentes por fin a aquella criatura, habrás de enfrentarla sola”
Y Alicia decide luchar. Se calza la armadura, y le dice al sombrerero:
- "Esto es imposible.
- Sólo si tú lo crees
- A veces puedo pensar hasta seis imposibilidades antes de empezar el día… "
Y las recita:
- "Uno, hay una poción que puede encogerte. Dos, hay un pastel que te hace crecer. Tres, los animales hablan. Cuatro, los gatos desaparecen. Cinco, hay un País de las Maravillas. Seis, yo destruiré al Jabberwocky. "
El final del viaje, el regreso a la ceremonia nupcial de donde se escapó para ir tras la llamada del conejo, está a la altura de lo que esperamos de esta Alicia siglo XXI, lista para elegir lo que realmente quiere, y lejos de los cuentos de hadas. Su nuevo poder está en la confianza en sí misma para enfrentarse con las convenciones sociales y salir triunfante.
Helena Bonham Carter como la Reina Roja es lo mejor del cast. Anne Hathaway en la piel de la helada Reina Blanca de negros labios y negras uñas nos impone distancia, nada parecido a los papeles habituales en ella, de encantadoras princesas y jóvenes promesas. Johnny Depp como el Sombrerero encarna con encanto la sutil locura de este personaje. Y Mia Wasikowska (la Sophie de la serie "In Treatment"), Alice, nos lleva de la mano por su asombroso sueño-viaje con emoción y belleza. Un capítulo aparte merecen las imágenes a lo largo de toda la película. Cada cuadro es un regalo para la vista, y sólo por mirarla, vale la pena esta Alicia, que además, nos lleva de vuelta a visitar nuestra propia adolescencia con ojos maravillados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.